miércoles, 15 de febrero de 2012

A VILLA PARANACITO DE VACIONES (parte última)

Bienvenidos a la última parte de esta travesía aventurera que tenía programada llegar a Gualeguaychú y que, entre el nortazo constante, la poca amplitud entre la plea y la baja y la pérdida de días esperando el agua que nunca llegó, se vió frustrada... por ahora!

El sábado 21, a primera hora de la mañana, el Bonanza zarpaba hacia Tigre y nosotros deliberábamos entre dos destinos probables: Río Negro o Ibicuy. Para el segundo, contábamos a favor con la cercanía pero carecíamos de data suficiente, pues nunca habíamos navegado hasta ahí y no sabíamos con que nos encontraríamos. Nos decidimos entonces por la primer opción, siempre y cuando encontráramos un paso al río Uruguay que nos librara de bajar hasta el Paraná Bravo. Nos resultó divertido pensar en buscar una canaleta, al igual que lo hicimos en el Martínez, y por eso bajamos por el Gutierrez hasta el Uruguay.

El Gutierrez resultó muy profundo, ancho, rectilíneo y, en la primera mitad del recorrido, muy propicio para la pesca. Proliferan unos paradores (como se ve en la fotografía de la izquierda) que cuentan con una especie de quincho, una mesa con bancos y unos cuantos metros cuadrados limpios de terreno como para asentar una carpa; en los troncos de los árboles más antiguos se indica, mediante letreros visibles, el número de parador que seguramente desde las cercanías alguien administra. Navegamos 4,4 Mn esperando encontrar una isla que se ubicaba en medio del curso y al llegar descubrimos que el paso S/SE se encontraba totalmente obstruido (foto derecha), desde la isla hasta la costa, dejar la ínsula por estribor no revistió inconveniente alguno pues es suficientemente ancho y profundo.

Cinco millas después desembocábamos en un estuario. Ya sin relevamiento de calado en la carta, fuimos recostándonos sobre la costa que quedó a estribor, a unos cincuenta metros, y sondeando constantemente, la batimetría indicó profundidades que oscilaron entre los 7 y 24 pies de profundidad, este último valor correspone a la boca.
Seguimos por una canaleta natural, alejándonos de las plantas y navegando entre los camalotes que llevava la corriente del Gutierrez, hasta que la eco marcó los 5 pies. Fondeamos y bajamos para intentar hacer lo mismo que antes, allá por el Aº Ñancay, en el río Uruguay, pero la corriente era muy fuerte. Hicimos firme un cabo a la bita del Palometa, al cual le unimos otro, con el objeto de poder caminar con la esperanza de encontrar mayor profundidad. Intempestivamente el viento cambia y la superficie del río también, las ráfagas se incrementan y la incomodidad a bordo también. Levamos ancla y nos dirigimos al estuario en búsqueda de cobijo, esperando la noche y el repunte del agua del día siguiente.

Anoche amagó pero sólo quedo en eso... un amague. Volvimos sobre nuestro track hasta adonde habíamos fondeado el día anterior y la eco clavaba unos inexorables cinco pies, otro día esperando el repunte. Estabamos a unos pocos metros de la boya del canal, como haciendo desear a un chico con golosinas el Uruguay nos volvía a provocar. Esperamos todo el día pero la pleamar no fue suficiente para zafar así que, al atardecer, nuevamente nos dirigimos a instalarnos en el estuario. Coronamos el día cocinando unos bifecitos al romero y unas papas rústicas, pero... ups, nos quedamos sin gas!!! Gracias al benemérito calentador pudimos cenar y festejar por tan buen viaje.

Lunes 23: Hay un frente de tormenta dándonos vuelta desde el sábado a la noche. Decidimos volver al Cl. Galofré por las dudas. Entrada la noche y mientras colocábamos las chubasqueras se nos acerca el dueño de la propiedad en cuyo frente fondeamos siempre, a estas alturas casi amigos, para alertarnos sobre la tormenta, con fuertes rágas de viento, que se aproximaba. Nos describió las cualidades y bondades del Aº Negro por las dudas tuviésemos que guarecernos. A media noche se desató el temporal. El viento soplaba muy fuerte y nos hizo garrear dos veces. Con el riesgo que implicaba estar tan cerca de los árboles y del muelle, junto a mi primer oficial que desarrollaba la tarea de vigía, pues no se veía nada por el vendaval, nos mudamos al arroyo. Tarea algo complicada por encontrarse en la boca una punta aguda de tierra y raices en una costa y en la otra una planta cuyo tronco trunco emergía amenazante cuando las rachas de través nos abatían contra él.

El pesto se había declarado y duró toda la noche. Rafagas fuerte de viento nos convencieron de instalar la alarma de garreo del GPS por si el barco se iba de paseo mientras cabeceábamos o nos quedábamos dormidos. Los nudos que se pueden ver en la foto de la Eagle corresponden al baile del Palometa. Ya está aclarando. Ahora se pueden ver los efectos del viento sobre la lluvia. A las 9 hs., ya sin llover y con vientos de 10/15 Nudos/h, dejamos el arroyo con rumbo al Aº Cucharas. Allí almorzamos y, dada la noche pasada, la jornada se interrumpiría por una siesta justamente solicitada. De repente, sintiendo lo que un recluso de la Bastilla sufriera mientras lo sometian en el potro, nos despertamos sobresaltados chupados por un paquetón (buque de ultramar) que por suerte solo hizo crugir las ramas a las que estábamos amarrados.

Pusimos proa al Miní y aprovechando que contábamos con un día más, pasamos a saludar amigos. El sábado 28, alrededor del medio día, emprendimos la vuelta. El canal 4 contaba con extensas playas en sus costas, se esperaba la plea para las 14:00hs., pero una vez más no fue suficiente. Arribamos a la amarra a las 15 hs. teniendo que dejar el barco en el canal, recién para las 02:30 del domingo pudimos entrarlo.

Amigos navegantes, a pesar de los inconvenientes y de no haberse cumplido el itinerario programado, lejos de nosotros está la frustración. Hemos descubierto nuevos parajes, navegado ríos desconocidos y sondeado canaletas con el afán de encontrar un paso al Uruguay. No cambiaríamos estas vacaciones por nada del mundo, conocimos nuevos amigos, visitado a otros y compartido experiencias, charlas, descanso, asados y navegación con los de siempre.
Esperamos hayan disfrutado este relato tanto como nosotros y como siempre les sugerimos: conozcan el delta, naveguen más allá de la vez anterior. No se arrepentirán!